EL SILENCIO
Las
vivencias enseñan que el silencio es un lenguaje y así mismo, una positiva actitud
que mejora la convivencia y el entendimiento humano.
Los
silencios elocuentes y los diplomáticos proyectan sabiduría e inteligencia
emocional, evitan confrontaciones y tienden a mantener la paz.
El silencio
de los reprimidos, oprimidos y abusados es humillante; causa enojo ante la imposibilidad
de emancipación frente al agobio del poder, y desencadena violencia.
El
silencio de falsos y cobardes, omiso y pusilánime, suele ir contra la
sinceridad y la lealtad.
Los
silencios que la prudencia encomienda, esquivan parloteos irreflexivos, libran
de heridas abiertas por palabras filosas y previenen pérdidas y sufrimiento.
El
silencio proveniente de la introspección es amigo del discernimiento, la
sapiencia y la madurez.
LA INDIFERENCIA
Velo
oscuro que insensibiliza las almas, desvía las miradas, acoraza los
sentimientos y ahuyenta la receptividad a las emociones originadas por otros
seres o experiencias.
Peligrosa
pasividad que ha admitido y legitimado múltiples atrocidades e injusticias en
la historia humana y está consumiendo la sensibilidad del hombre actual, en la
tierra del sálvese quien pueda.
Suele
ser cómplice del mal, escudo defensivo ante el mundo y el dolor; y cuna de
testigos mudos, abandono y soledad.
Como
espada del poderoso y el arrogante, es un camino rápido hacia el cinismo, la
tiranía, el despotismo.
Tiende
a convertirse en un enemigo interior que congela la esencia, enajena la
expresión de los afectos y la solidaridad y mina el sentido de lo humano.
Es
un silencio excluyente. Participemos de
la vida, manifestándonos.
EL LLANTO
Esa
manifestación natural, tan reprimida en la actualidad por la cultura moderna,
proporciona un canal liberador para un sinnúmero de emociones, sirve de filtro
fisiológico para depurar el cuerpo de sobrantes y toxinas y es también una
acción comunicativa efectiva.
Llorar
es un acto sano, no sensiblero ni débil.
Variadas son sus funciones como diversas las motivaciones que lo
provocan. Lloramos por dolores físicos y
emocionales o para solicitar ayuda.
Heridas, enfermedades, indefensión, desesperanza, fracasos, alegrías,
felicidad y amor, son entre otros, sus detonantes.
Como
expresión universal de la humanidad y manifiesto de sensibilidad ante la vida,
el llanto alivia, es catártico y reconforta.
Por nuestra salud mental y armonía interior, dejemos fluir libremente las
lágrimas cuando sea necesario.
Patricia Helena Vélez R.